Antibióticos: Los tipos más comunes y sus efectos secundarios

Los antibióticos han salvado cientos de millones de vidas desde que la penicilina fue descubierta en 1928. Hoy, son uno de los medicamentos más recetados en el mundo. Pero usarlos mal puede ser tan peligroso como no usarlos cuando se necesitan. Mucha gente cree que los antibióticos curan cualquier infección, pero solo funcionan contra las bacterias. No sirven para resfriados, gripe o dolores de garganta virales. Y usarlos sin necesidad acelera una crisis global: la resistencia a los antibióticos.

¿Qué son los antibióticos y cómo funcionan?

Los antibióticos son medicamentos diseñados para matar bacterias o detener su crecimiento. Hay dos tipos principales: los bactericidas, que eliminan las bacterias, y los bacteriostáticos, que las detienen para que el sistema inmune las elimine. Esta diferencia no siempre se ve claramente en la práctica, pero sí importa en cómo se eligen los medicamentos.

Funcionan atacando estructuras únicas de las bacterias, como su pared celular o sus máquinas de producción de proteínas. Las células humanas no tienen esas mismas estructuras, por eso los antibióticos no dañan directamente al cuerpo. Pero eso no significa que sean inocuos. Muchos efectos secundarios vienen de cómo alteran el equilibrio natural de tu cuerpo, especialmente en el intestino.

Las siete clases más usadas y sus medicamentos

En la práctica clínica, los antibióticos se agrupan en siete familias principales. Cada una tiene su propio perfil de uso, eficacia y riesgos.

• Penicilinas: amoxicilina, ampicilina, penicilina G, dicloxacilina. Son las más antiguas y aún las más recetadas. La amoxicilina es la número uno en EE.UU., con más de 120 millones de recetas al año.
• Cefalosporinas: cefalexina, ceftriaxona, cefuroxima. Se usan cuando hay alergia a la penicilina o cuando se necesita un efecto más amplio. Solo 1-3% de quienes creen ser alérgicos a la penicilina realmente lo son.
• Tetraciclinas: doxiciclina, tetraciclina. Muy usadas para el acné, la enfermedad de Lyme y ciertas infecciones respiratorias. La doxiciclina se receta cerca de 35 millones de veces al año en EE.UU.
• Macólidos: azitromicina, claritromicina. Comunes para neumonía, faringitis estreptocócica e infecciones de transmisión sexual. La azitromicina es la tercera más prescrita en EE.UU.
• Fluoroquinolonas: ciprofloxacino, levofloxacino. Potentes, pero con riesgos serios. Se reservan para infecciones graves porque pueden dañar tendones, nervios y vasos sanguíneos.
• Sulfonamidas: trimetoprim-sulfametoxazol. Usadas para infecciones urinarias y prevención en personas con sistemas inmunes debilitados.
• Glicopéptidos: vancomicina. El último recurso contra infecciones resistentes como el MRSA. Solo se usa en hospitales por su toxicidad.

La Organización Mundial de la Salud clasifica estos medicamentos en tres grupos: ACCESS (primera elección, como la amoxicilina), WATCH (debe usarse con cuidado, como la ceftriaxona) y RESERVE (último recurso, como la vancomicina). Países que siguen esta guía han reducido el uso inapropiado en un 27%.

Efectos secundarios comunes de los antibióticos

La mayoría de las personas que toman antibióticos experimentan algún efecto secundario leve. Los más frecuentes son digestivos.

• Diarrea: afecta entre 5% y 20% de los pacientes. Ocurre porque los antibióticos matan bacterias buenas en el intestino. En algunos casos, puede desencadenar una infección por C. difficile, que es grave y requiere tratamiento específico.
• Náuseas y malestar estomacal: muy comunes, especialmente con penicilinas y tetraciclinas. Tomarlos con comida puede ayudar, pero no siempre es posible.
• Infecciones por hongos: como candidiasis vaginal o en la boca. Aparecen porque los antibióticos eliminan bacterias que normalmente controlan el crecimiento de hongos.
• Dolor de cabeza y mareos: menos frecuentes, pero reportados con varias clases, especialmente con fluoroquinolonas.

Una encuesta de 1,247 personas en Drugs.com en octubre de 2023 mostró que el 68% consideró la diarrea el peor efecto secundario. Solo el 22% mencionó alergias, pero esas son las más peligrosas.

Alergias y reacciones graves

Se dice que el 10% de la población estadounidense es alérgica a la penicilina. Pero estudios recientes en JAMA Internal Medicine (agosto 2023) revelan que el 90% de esos pacientes pueden tolerarla después de una evaluación adecuada. Muchas veces, lo que se cree es una alergia es solo una náusea o un sarpullido leve que no es alérgico.

Las reacciones alérgicas graves, como la anafilaxia, son raras (menos de 1 en 10,000), pero pueden ser mortales. También existen reacciones cutáneas severas como el síndrome de Stevens-Johnson, que afecta a menos de 1 de cada 10,000 pacientes. Es más común con sulfonamidas y ciertas cefalosporinas.

Si alguna vez tuviste una reacción con un antibiótico, no lo vuelvas a tomar sin consultar. Pero tampoco asumas que eres alérgico para siempre. Una prueba alérgica puede darte claridad.

Riesgos serios: lo que pocos saben

Algunos antibióticos tienen efectos que no se asocian fácilmente con ellos, pero son reales y graves.

• Fluoroquinolonas: La FDA emitió una advertencia de caja negra en 2016. Pueden causar daño permanente a tendones (tendinitis), nervios periféricos (neuropatía) y aumentar el riesgo de aneurisma aórtico hasta 2.7 veces, según un estudio de 1.2 millones de pacientes en JAMA Internal Medicine (febrero 2023). No se recomiendan para infecciones leves como sinusitis o bronquitis.
• Macólidos: La azitromicina puede alargar el intervalo QT del corazón, lo que aumenta el riesgo de ritmos cardíacos peligrosos. El riesgo es 2.15 veces mayor en pacientes con factores de riesgo, como enfermedad cardíaca o uso de otros medicamentos.
• Tetraciclinas: No se deben dar a niños menores de 8 años. Pueden manchar permanentemente los dientes en desarrollo. También aumentan la sensibilidad al sol. Si sales a la calle sin protección, puedes sufrir quemaduras graves con poca exposición.
• Vancomicina: Si se administra demasiado rápido, puede causar el "síndrome del hombre rojo" -enrojecimiento, picazón y bajada de presión. También puede dañar los riñones y el oído, especialmente si se usa mucho tiempo.

Estos riesgos no son comunes, pero sí son reales. Por eso, los médicos deben pesar los beneficios contra los peligros antes de recetarlos.

¿Por qué tantas recetas innecesarias?

En EE.UU., el 30% de las recetas de antibióticos en consultas externas tienen errores de dosis o duración. Y el 45% de las recetas para bronquitis aguda superan los 5-7 días recomendados. La mayoría de estas infecciones son virales y no necesitan antibióticos.

Los médicos a veces recetan por presión del paciente, por miedo a una complicación, o por falta de tiempo para explicar por qué no se necesita. Pero el daño es real: cada receta innecesaria contribuye a la resistencia. Las bacterias se adaptan, se vuelven más fuertes, y luego no funcionan ni los antibióticos más potentes.

En 2022, la resistencia a los antibióticos causó 1.27 millones de muertes en todo el mundo, según datos de The Lancet. Si no cambiamos esto, el Banco Mundial estima que para 2050, costará $1 billón anuales a la economía global.

Qué puedes hacer para usarlos bien

No es tu culpa si te recetan un antibiótico mal. Pero tú puedes ser parte de la solución.

1. No pidas antibióticos si tu médico dice que no los necesitas. Un dolor de garganta no siempre es bacteriano.
2. Toma todo el curso, aunque te sientas mejor. Dejarlo antes permite que las bacterias más resistentes sobrevivan.
3. No compartas antibióticos. Lo que sirvió para tu amigo puede ser peligroso para ti.
4. Guarda los antibióticos sobrantes y llévalos a un punto de recogida de medicamentos. No los tires al inodoro ni al basurero.
5. Pregunta si hay una opción más segura. ¿Hay un antibiótico de menor riesgo que funcione igual? A veces sí.

La amoxicilina sigue siendo la mejor opción para muchas infecciones comunes. Pero si tu médico te receta una fluoroquinolona para una infección leve, pide una explicación. Esa decisión puede tener consecuencias a largo plazo.

El futuro de los antibióticos

Desde 2000, solo se han aprobado dos nuevas clases de antibióticos. La industria farmacéutica ha dejado de invertir mucho en ellos porque no son rentables como los medicamentos para enfermedades crónicas. Pero la ciencia no se detiene.

El cefiderocol, aprobado en 2019, es un ejemplo de nuevo antibiótico que funciona contra bacterias resistentes. Y programas de stewardship en el 85% de los hospitales de EE.UU. han reducido el uso inapropiado en un 35%.

La clave está en usar menos, pero mejor. En diagnosticar con precisión. En evitar el uso preventivo sin evidencia. Y en invertir en nuevas soluciones. Porque si no lo hacemos, volveremos a un mundo donde una herida pequeña puede matar.