Si te han recetado lincomicina y no sabes bien de qué se trata, estás en el sitio correcto. En pocos minutos te explico para qué sirve, cómo se debe tomar y qué cuidados tienes que tener.
La lincomicina es un antibiótico que actúa contra bacterias gram‑positivas y algunos anaerobios. Los médicos la prescriben principalmente para infecciones de piel, huesos, articulaciones y del aparato respiratorio que no responden a penicilinas. También es útil en casos de bacteriemia o sepsis causada por organismos sensibles.
La forma más común es la presentación oral en cápsulas de 300 mg. La dosis típica en adultos es de 600 mg cada 8 horas, aunque puede variar según la gravedad de la infección y la función renal del paciente. En niños, la dosis se calcula en miligramos por kilogramo de peso (aprox. 30 mg/kg/día divididos en tres tomas).
Si tu médico te indica la versión inyectable, se administra por vía intramuscular o intravenosa. En ese caso, la dosis suele ser de 0,8 g cada 12 horas. Siempre sigue al pie de la letra las indicaciones para evitar que la bacteria se vuelva resistente.
Importante: no suspendas el tratamiento antes de tiempo, aunque te sientas mejor. Completa el ciclo completo para asegurarte de que la infección queda erradicada.
Como cualquier medicamento, la lincomicina puede causar efectos indeseados. Los más habituales son molestias estomacales como náuseas, vómitos o diarrea. Si notas colitis pseudomembranosa (diarrea con sangre o moco), consulta al médico de inmediato.
Otros efectos menos comunes incluyen erupciones cutáneas, fiebre y, en casos raros, reacciones alérgicas graves. Si experimentas dificultad para respirar, hinchazón facial o urticaria, busca ayuda médica urgente.
La lincomicina puede interferir con algunos fármacos, como los anticoagulantes (warfarina) y ciertos antiinflamatorios. Informa a tu profesional de salud de todos los medicamentos que tomas, incluidos los suplementos y remedios herbales.
Si padeces problemas hepáticos o renales, tu médico podría ajustar la dosis o elegir otro antibiótico. Asimismo, evita consumir alcohol en exceso mientras estés bajo tratamiento, ya que puede empeorar los efectos gastrointestinales.
Si después de varios días no notas mejoría, la fiebre persiste o aparecen nuevos síntomas, contacta a tu médico. También llama si tienes dolor intenso, inflamación creciente o cualquier señal de alergia.
Recuerda que la lincomicina es eficaz cuando se usa correctamente, pero el uso inadecuado puede generar resistencia bacteriana, lo que complica el tratamiento de futuras infecciones.
Con esta información ya sabes cómo funciona la lincomicina, cuánto debes tomar y qué estar atento. Si tienes dudas, no lo pienses: pregunta a tu farmacéutico o profesional de salud. Tu salud está en tus manos, y seguir las indicaciones al pie de la letra es la mejor forma de recuperarte rápido y sin complicaciones.