Si tienes una operación pendiente, lo primero que te viene a la cabeza son los riesgos. No se trata de asustarte, sino de que sepas qué puede pasar y cómo puedes actuar para que todo salga lo mejor posible. En esta página vamos a explicar, sin rodeos, los problemas más habituales, qué factores influyen y qué pasos puedes seguir antes y después de la intervención.
Durante la cirugía pueden aparecer sangrados inesperados, infecciones de la herida o reacciones a la anestesia. Después, es común sentir dolor prolongado, náuseas o dificultades para respirar si la anestesia no se manejó bien. En algunos casos aparecen coágulos en las piernas que pueden desprenderse y viajar al pulmón. Cada uno de estos problemas tiene una probabilidad distinta según el tipo de operación, la edad y el estado de salud del paciente.
Otro punto que a menudo se pasa por alto es la posibilidad de errores médicos, como una zona equivocada de incisión o la retirada de tejido incorrecto. La mayoría de los hospitales cuentan con protocolos para evitarlo, pero es bueno preguntar al equipo quirúrgico cómo verifican la identidad del paciente y la zona a operar.
Antes de entrar al quirófano, informa a tu médico de cualquier enfermedad crónica, alergia o medicación que estés tomando. Dejar de fumar al menos dos semanas antes disminuye significativamente el riesgo de infecciones y problemas respiratorios. Además, sigue al pie de la letra las indicaciones de ayuno y de preparación del intestino si te van a dar anestesia general.
Después de la cirugía, mantén la zona operada limpia y revisa daily si hay signos de inflamación, calor o secreción. Levántate y camina tan pronto como el equipo lo permita; el movimiento ayuda a prevenir coágulos y mejora la circulación. Si notas dolor intenso, fiebre o cualquier cambio extraño, avisa al médico sin dudar.
Recuerda que la comunicación es clave. Pregunta al cirujano cuántas visitas de control tendrás, qué signos son alarma y cuál es el plan de analgesia. Tener claro el calendario de revisiones y los contactos de emergencia te dará tranquilidad y te permitirá actuar rápido si surge alguna complicación.
En resumen, conocer los riesgos y seguir las recomendaciones médicas son las mejores armas contra las complicaciones. Cada cirugía tiene su propio perfil de riesgo, pero con información y cuidados puedes reducir mucho la probabilidad de que algo salga mal. Usa esta guía como punto de partida y habla siempre con tu equipo de salud para adaptar los consejos a tu caso concreto.