Salud en viajes: lo esencial que debes saber antes de partir

Viajar es emocionante, pero la salud puede pasar a segundo plano si no te preparas. ¿Te ha pasado que llegas a destino y ya te sientes mal? Aquí tienes los pasos más útiles para que tu cuerpo acompañe tus planes sin problemas.

Vacunas y medicamentos: la primera línea de defensa

Antes de comprar el billete, revisa si el país requiere alguna vacuna. La hepatitis A, tifoidea o la fiebre amarilla son habituales en destinos tropicales. Pregunta a tu médico o a un centro de viajeros; ellos te indican cuántas dosis necesitas y cuándo.

Si tomas algún medicamento crónico, lleva suficiente para todo el viaje y una copia de la receta. En muchos países la farmacia necesita la receta original, así que escanea o foto del documento y guárdalo en el móvil. También es buena idea llevar una pequeña botiquín: analgésicos, antiácidos, antidiarreicos y vendas.

Comida, agua y hábitos cotidianos

La comida callejera puede ser deliciosa, pero también una fuente de problemas estomacales. Prefiere puestos con buena rotación de alimentos y evita lo que está crudo o sin cocer. Bebe siempre agua embotellada y revisa que el sello esté intacto; si no estás seguro, hierve el agua antes de usarla.

Lavarte las manos con frecuencia es la regla de oro. Lleva un gel antibacterial y úsalo después de tocar superficies en aeropuertos, trenes o autobuses. Unas cuantas buenas decisiones diarias evitan molestias mayores.

El jet lag es otro reto. Ajusta tu reloj al huso horario del destino antes de volar y trata de dormir según ese horario durante el vuelo. La luz natural ayuda: si llegas de día, sal a la calle; si es de noche, mantén la luz tenue.

Finalmente, no olvides contratar un seguro de salud que cubra emergencias en el extranjero. Revisa qué hospitales están incluidos y guarda los datos de contacto a mano. En caso de accidente o enfermedad, una llamada al seguro facilita la atención y reduce costes.

Con estos simples pasos, tu salud no será un obstáculo para disfrutar el viaje. Prepara todo con tiempo, lleva tus documentos y mantén la higiene básica. Así podrás centrarte en los paisajes, la gente y la comida sin preocuparte por el malestar.