Viajar es una de esas cosas que nos llena de energía, pero la falta de preparación puede acabar con la diversión. Aquí tienes los pasos básicos para que tu cuerpo siga a la aventura sin que te dé una gripe o una indigestión.
Haz una lista de los medicamentos que usas habitualmente y lleva una copia de la receta. No dejes nada en casa que pueda ser crítico, como inhaladores, antihistamínicos o analgésicos de venta libre. Un pequeño botiquín con vendas, desinfectante y pastillas para el estómago ocupa poco espacio y evita sorpresas.
Si viajas a zonas donde hay riesgos específicos – por ejemplo, malaria o fiebre del dengue – visita a tu médico con tiempo. Pregunta por vacunas o profilaxis y anota bien las dosis. Llevar una tarjeta con tus alergias y condiciones médicas también ayuda si necesitas atención de urgencia.
Beber agua es esencial, pero la calidad importa. Prefiere botellas selladas o filtra el agua cuando no estés seguro de su pureza. Evita el hielo de los vasos y no bebas directamente de fuentes públicas.
La comida callejera es deliciosa, pero elige puestos con buena higiene. Observa si los alimentos están bien cocidos y si los cubiertos son limpios. Si vas a comer fruta, lávala con agua potable o consume la que venga ya pelada.
El sueño también protege tu sistema inmune. En vuelos largos, intenta dormir aunque sea una siesta corta. Usa una almohada de viaje y bloquea la luz con una máscara; tu cuerpo lo agradecerá al llegar al destino.
Muévete cada dos o tres horas en viajes largos en avión o coche. Estirar las piernas y hacer pequeños ejercicios reduce la sensación de hinchazón y mejora la circulación. Unos minutos de caminata al día en el nuevo lugar también ayuda a adaptarse al ritmo.
Si sientes molestias digestivas, opta por alimentos suaves: arroz blanco, plátano, tostadas y yogur natural. Son fáciles de digerir y te dan energía sin cargar el estómago. No te excedas con alcohol; en climas cálidos puede deshidratarte rápido.
Al llegar a tu destino, respira profundo y adapta tu rutina al horario local. La exposición a la luz solar durante la mañana regula tu reloj interno y ayuda a dormir mejor por la noche. Si te sientes cansado, toma siestas cortas de 20 minutos, pero evita dormir mucho durante el día.
Por último, escucha a tu cuerpo. Si algo no se siente bien, busca una farmacia de confianza o un centro de salud local. No esperes a que una pequeña molestia se vuelva un problema mayor.
Con estos trucos, tu viaje será una experiencia llena de momentos felices y sin contratiempos de salud. ¡Disfruta del camino y de cada nuevo lugar que descubras con plena energía!