Si alguna vez te han recetado risperidona o estás pensando en usarla, lo más probable es que te preguntes si realmente funciona. La respuesta no es "sí o no" sino un "depende" bien explicadito. Aquí te explico, sin rodeos, para qué sirve, cómo actúa y qué precauciones debes tener.
La risperidona es un antipsicótico de segunda generación. Se emplea principalmente en trastornos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la irritabilidad asociada al autismo. En la práctica clínica, los médicos la eligen porque controla tanto los síntomas positivos (alucinaciones, delirios) como los negativos (apatía, aislamiento) de la esquizofrenia. Además, ayuda a estabilizar el estado de ánimo en episodios maníacos.
En niños y adolescentes, la risperidona se usa con cautela para manejar la agresividad y la explosividad en casos de autismo. Aunque no es la primera opción, la evidencia muestra que puede reducir conductas disruptivas cuando otras terapias fallan.
Como cualquier medicamento, la risperidona tiene efectos secundarios. Los más comunes son somnolencia, aumento de peso y, en algunos casos, temblores leves. En dosis altas pueden aparecer síntomas extrapiramidales (rigidez, movimientos involuntarios). Si notas estos efectos, avisa a tu médico; a veces basta con ajustar la dosis.
Otro punto que genera dudas es el riesgo de aumentar la prolactina, una hormona que puede causar galactorrea o cambios menstruales. Este efecto es reversible al disminuir la dosis o cambiar de fármaco.
En cuanto a la eficacia, los estudios clínicos demuestran que alrededor del 60‑70 % de los pacientes con esquizofrenia experimentan una mejoría significativa en los primeros meses de tratamiento. La clave está en la constancia: tomar la risperidona exactamente como indica el profesional y no suspenderla de golpe.
Si eres mujer embarazada o estás amamantando, consulta con tu médico antes de iniciar o continuar la terapia. La evidencia sobre su seguridad en el embarazo es limitada, por lo que la decisión se toma caso por caso.
En resumen, la risperidona es eficaz para varios trastornos psiquiátricos, pero su éxito depende de la dosis adecuada, la supervisión médica y la tolerancia individual. No te quedes con la duda; si tienes preguntas, habla con tu farmacéutico o tu psiquiatra. La información correcta y la comunicación abierta son la mejor forma de garantizar que el tratamiento sea lo más útil posible para ti o tu ser querido.