Hiperplasia prostática benigna: todo lo que necesitas saber

Si últimamente sientes más ganas de ir al baño, haces pipí con menos fuerza o notas que la corriente es intermitente, es posible que estés frente a la hiperplasia prostática benigna (HPB). No es cáncer, pero sí puede molestar bastante y afectar tu día a día.

Síntomas y diagnóstico

Los síntomas típicos son: necesidad de orinar con frecuencia, especialmente de noche, sensación de vaciado incompleto, chorro débil y urgencia inesperada. En casos leves, el cuerpo se adapta, pero si la molestia empeora, lo mejor es consultar al médico.

El diagnóstico suele comenzar con una entrevista y un examen físico llamado tacto rectal. Después, se pide un análisis de orina para descartar infecciones y, en muchos casos, una ecografía de la próstata o un flujo urinario para medir cuánto se bloquea la salida.

El médico también puede solicitar el PSA (antígeno prostático), no porque indique HPB, sino para asegurarse de que no haya problemas más serios.

Tratamientos y cuidados cotidianos

Hay tres caminos principales: cambiar hábitos, tomar medicamentos o recurrir a cirugía. Empezar por ajustar la rutina suele ser lo más sencillo. Limita el consumo de cafeína, alcohol y líquidos antes de dormir; evita retener la orina durante mucho tiempo y haz ejercicio regular para mejorar la circulación.

Si los cambios no bastan, los fármacos son la siguiente opción. Los alfa‑bloqueantes, como la tamsulosina, relajan los músculos de la próstata y facilitan el paso de la orina. Los inhibidores de 5‑alfa‑reductasa, como el dutasteride (Avodart), reducen el tamaño de la glándula con el tiempo. Ambos pueden combinarse bajo control médico.

Hay quienes buscan apoyos naturales. El suplemento de semillas de calabaza, rico en zinc, se ha relacionado con una mejor salud prostática y puede ser una ayuda adicional. Sin embargo, no reemplaza los tratamientos recetados.

En casos más avanzados, la cirugía mínimamente invasiva, como la resección transuretral de la próstata (RTUP) o la vaporación con láser, elimina el tejido que bloquea la salida. La decisión depende de la edad, la gravedad de los síntomas y la salud general.

Recuerda que cada persona es distinta. Lo que funciona para uno puede no ser ideal para otro, así que mantén una conversación abierta con tu médico y revisa cualquier efecto secundario que notes.

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